viernes, 28 de octubre de 2011

Caso Clínico de Oncología


Este es Nano, nuestro paciente felino, un macho de raza persa y de 10 años de edad. vacunación y desparasitación al día
Fue remitido a nuestro Hospital por presentar un cuadro de anorexia, pérdida de peso y vómitos de varios días de evolución.
En la exploración física encontramos a la palpación una masa en la zona caudal abdominal. El resto de las constantes se hallaban dentro de parámetros normales.
Por la sintomatología tan inespecífica y edad del animal, se propuso hacer pruebas más completas parar descartar enfermedades importantes a nivel de otros órganos, no sólo el digestivo, y poder llegar a un diagnóstico definitivo. En las analíticas sanguíneas se puso de manifiesto la existencia de una anemia arregenerativa y alteraciones electrolíticas. Los Test de Leucemia e Inmunodeficiencia.




Ante los hallazgos ecográficos, se optó por la laparotomía exploratoria, tras la estabilización del paciente, la corrección de los desequilibrios electrolíticos, y una vez descartada la presencia de alteraciones pulmonares mediante radiografías torácicas en diferentes proyecciones.

Nino fué hospitalizado en la unidad de Cuidados Intensivos de nuestro Hospital para el control de la recuperación anestésica, así como seguimiento de la evolución. Tras las primeras 24 horas de hospitalización y ante el pronóstico del diagnóstico presuntivo, los propietarios decidieron la eutanasia del animal.





Conclusiones
En gatos 1/3 de las neoplasias son de origen hematopoyético, dentro de las cuales alrededor de un 90% se corresponde con linfoma.
Dentro de las distintas presentaciones de los linfomas, la forma mediastínica del mismo (en la mayoría de los casos asociada a gatos FeLV positivos) esta disminuyendo, en gran medida debido a la introducción de vacunas contra el virus de la leucemia felina, mientras que la incidencia de la forma intestinal está aumentando.

Existen varios factores implicados en la etiología e incidencia de este tipo de patología, como factores virales, dentro de lo que cabe destacar que la mayoría de los gatos con linfoma intestinal son FeLV negativos, mientras que hay afirmaciones que sugieren que la infección por el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV) quizás se asocie más a menudo con linfoma alimentario con origen en células beta. Así mismo existen factores genéticos y moleculares, casos de inmunosupresión, inflamación crónica (se ha sugerido una asociación entre el linfoma intestinal y la enfermedad inflamatoria intestinal crónica, IBD). También hay que mencionar, que aunque no exsite evidencia directa, ha sido sugerida una relación entre la dieta y el desarrollo del linfoma intestinal.
El linfoma alimentario /intestinal puede presentarse puramente como una infiltración intestinal o como una combinación de afectación del intestino, ganglios linfáticos mesentéricos e hígado. La localización más común es el intestino delgado (del 50% al 80 % de los casos) , seguido del estómago, la unión ileocecocólica y el colon.
Parece existir predisposición en los machos, y la mayor incidencia se encuentra en gatos viejos, entre 9 y 13 años de edad. En aproximadamente la mitad de los casos, el único hallazgo en la historia es la anorexia y la pérdida de peso, pudiendo también encontrarse diarrea y vómitos ocasionales y poliuria / polidipsia. La mayor parte de los gatos con linfoma intestinal desarrollan una masa abdominal palpable o un engrosamiento de las asas intestinales.
Los resultados del hemograma y de los perfiles de química sérica no son específicos para el diagnóstico del linfoma alimentario, aunque la hipoproteinemia y la anemia ocurren en más del 23% y hasta el 76% de los casos respectivamente. Sólo un 33% de los gatos afectados presentan anomalías visibles en las radiografías, mientras que alrededor del 90% tiene anormalidades en la ecografía abdominal (linfadenopatía mesentérica, masa intestinal o engrosamiento de las paredes del intestino). El diagnóstico definitivo se obtiene mediante histopatología, aunque hay que tener cuidado al obtener las biopsias mediante endoscopia debido a la dificultad de diferenciar una gastroenteritis linfoplasmocítica de un linfoma intestinal primario difuso (necesario biopsiar muscular y serosa, evitando la mucosa)
Los agentes quimioterápicos usados para tratar el linfoma felino (solos o combinados en distintos protocolos) son similares a los usados en perros y humanos: vinscristina, doxorrubicina, ciclofosfamida, metotrexato , L- asparaginasa, CCNU y prednisona. En general los gatos toleran la quimioterapia bastante bien, aunque es necesario subrayar que nuestra base de conocimiento para el tratamiento del linfoma en gatos está peor establecida y es menos predecible que la de los perros.

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