La presión intracraneal (PIC) es la
presión que ejercen los tejidos y fluidos contenidos en el cráneo. El cráneo no
es extensible así que el aumento de volumen en los componentes intracraneales, ya sea parénquima,
sangre o
líquido cefalorraquídeo, aumentan la PIC, con la consiguiente reducción
del flujo sanguíneo cerebral (FSC) y posible isquemia tisular. El FSC depende directamente de
la presión arterial sistémica, concretamente de la presión arterial media (PAM), de tal manera
que si la PAM
disminuye encontraremos vasodilatación y si aumenta encontraremos vasoconstricción cerebral.
Este mecanismo
autorregulador funciona
de manera eficaz solo cuando la PAM se mantiene entre 50 – 150 mm Hg y
bajo condiciones fisiológicas normales. La diferencia entre la PAM y la PIC nos proporciona la
Presión de Perfusión
Cerebral (PPC), necesaria para asegurarnos un correcto FSC. De tal manera que si la PIC
aumenta por un traumatismo craneoencefálico, la PAM deberá aumentar consecuentemente
para mantener la PPC y por tanto el FSC. Durante los procedimientos anestésicos, una
de las principales complicaciones es la hipotensión.
Esta vasodilatación puede provocar que se
desestabilice esta diferencia y provocar caída de la PPC y por lo tanto isquemia
cerebral.
PPC = PAM - PIC
El FSC es muy sensible los cambios en la
presión parcial de CO2, así la hipercapnia provoca vasodilatación cerebral
y aumento de la PIC, mientras que la hipocapnia produce vasoconstricción y disminución
del FSC.
Por ello, los pacientes con un aumento de la presión intracraneal deben hiperventilarse
ligeramente hasta conseguir una PaCO2 de unos 30-35 mmHg, pero sin prolongarse en el tiempo debido
al riesgo de hipoxia cerebral.
El objetivo de la ventilación mecánica es
mantener la PaCO2 dentro de la normalidad (35 – 40 mm Hg). Debido a todas estas
consideraciones, el control de la presión arterial y la ventilación es
de suma
importancia en
estos pacientes.
La mayoría de los anestésicos producen una disminución
del gasto cardíaco
y de la presión arterial, repercutiendo así en la disminución del flujo sanguíneo
cerebral. El propofol y los barbitúricos son los más usados en traumatismo
craneoencefálico debido a que proporcionan neuroprotección. Esta ventaja es producida por
la reducción de los requerimientos de oxígeno cerebral, vasoconstricción cerebral,
reducción de la PIC y protección frente a los neurotransmisores excitatorios inducidos
por el daño cerebral.
Extracto del artículo científico 'Neuroanestesia y neuroanalgesia' escrito por nuestros compañeros Angeles Guisado y Gaspar Soler, responsables del Servicio de Anestesia y Analgesia del Hospital Veterinario Guadiamar.
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